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Avenida del Tejar 3050
De tu deprivada boca, Dios de barro,
se estrolaban las verdades con vereda,
la cancha del fulero para el truco
y el entretejido de la abuela viuda y sorda,
sobre el bobo melancólico y embirrado,
tu canto.

Y tú, abuelo del mar efusivo,
nos lanzas con la escueta sobriedad
de las almejas en el polo,
tu pena y paraíso platense
de barrio cerrado a la mesura.

En tu mirada de cristal,
siempre has retaceado,
(porque la creación
nunca duró una semana,
porque tus ángeles te oyen
con ávido estupor de saldo perpetuo,
sacro lustre y respeto;
porque a los padres se los eleva
hasta la humectación,
hasta el tatuaje clandestino,
hasta la adultez de contrabando,
porque todo epigrama es éxodo y campana),
un pedacito de cielo… y en tu arte,
Dios de barro, la bronca,
el faso y la esplendorosa vida eterna
como un fusilazo.
Pero nos has dejado, a tus vástagos,
desde las arrugas de tus manos
sobre la papusa melodía,
tus actos de génesis porteños,
ensueños, el motivo, las macanas,
el malevaje y otros milagros
empantanados
en tu voz de eucalipto,
ciruela y roble.

(a Roberto Goyeneche)
PAPO

Ricardo Costa Brizuela